sábado, 30 de abril de 2011


"Debí llamarte, ternura,
ya que eso, le diste a mi existencia.
Llegaste a mí como un regalo,
llenaste mis espacios, con tu presencia.


Traías de mi tantas cosas, mi niña...
Tu piel, un trozo chiquito de la mía,
tu sangre parte de mi sangre,
tu vida, tomada de mi vida.


Que gusto me da sentir tu calor;
rozar tu piel suave y tersa, con amor
sentir tu aroma,
saber que estás y que eres mía.


Tus ojos pequeños y vivaces me alegran el alma,
puedo estar horas y horas contemplándote,
mis manos dichosas ríen al tener las tuyas,
tus dedos se me aferran, sin querer soltarme.


Debí llamarte ternura, es lo que despiertas en mí...
Cuanto deseaba tenerte en mis brazos,
soñaba tanto con verte llegar y besarte.


Escucho tu llanto y mi corazón late aprisa,
mis ojos te buscan ansiosos...

me desespero por ir a arrullarte..."

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